Christopher Nolan ha culminado el rodaje de su proyecto más ambicioso hasta la fecha: una adaptación cinematográfica de La Odisea de Homero, que promete redefinir el cine épico moderno. Con un elenco estelar y una producción de escala colosal, la película se perfila como uno de los estrenos más esperados de 2026.


Tras el éxito de Oppenheimer, Nolan decidió embarcarse en una reinterpretación del poema fundacional de la literatura occidental. Según el propio director, la motivación surgió de una obsesión infantil por los mitos clásicos y de la percepción de un vacío en el cine contemporáneo: la falta de adaptaciones mitológicas con la seriedad y espectacularidad que permite el cine moderno. “Vi que esa gran obra mitológica con la que crecí nunca había sido representada con la contundencia que una superproducción de Hollywood podía lograr”, declaró a la revista Empire.


El rodaje, que se extendió durante 91 días, llevó al equipo a filmar en mar abierto, enfrentándose a condiciones extremas para capturar la autenticidad de los paisajes descritos por Homero. Nolan insistió en evitar el uso excesivo de efectos digitales, optando por escenarios reales y técnicas prácticas. En total, se utilizaron más de dos millones de pies de película IMAX, lo que equivale a más de 600 kilómetros de metraje, una cifra que da cuenta de la magnitud del proyecto. De todo ese metraje, al parecer la mayoría fue en el mar, experiencia que describe como "logramos poner a la tripulación en el barco ahí afuera en el mar, con el temporal de verdad". 


El reparto está encabezado por figuras de primer nivel como Zendaya, Matt Damon, Tom Holland, Anne Hathaway, Lupita Nyong’o y Robert Pattinson. Esta combinación de talento joven y consagrado refleja la intención de Nolan de conectar con una audiencia contemporánea sin perder la esencia clásica del relato. La historia seguirá el viaje de Odiseo desde Troya hasta Ítaca, enfrentando monstruos, dioses y desafíos que pondrán a prueba su ingenio y resistencia.



La Odisea no solo destaca por su escala visual y su elenco, sino también por su ambición narrativa. Nolan ha prometido una estructura compleja, con saltos temporales y múltiples perspectivas, en línea con su estilo característico. La música estará a cargo de Ludwig Göransson y la fotografía correrá por cuenta de Hoyte van Hoytema, colaboradores habituales del director.


Con un presupuesto que supera los 300 millones de dólares, esta adaptación se posiciona como la producción más costosa de la carrera de Nolan. Su estreno está previsto para el 17 de julio de 2026, y se espera que marque un hito en el cine de aventuras y fantasía. La Odisea no solo busca rendir homenaje a la obra de Homero, sino también ofrecer una experiencia cinematográfica sin precedentes, capaz de transportar al espectador a un mundo de mitos, héroes y dioses con una intensidad nunca antes vista


La primera temporada de Shōgun, estrenada en 2024, se convirtió en un fenómeno televisivo global. Basada en la novela homónima de James Clavell, la serie narró la lucha de Lord Yoshii Toranaga, interpretado por Hiroyuki Sanada, por sobrevivir en medio de las intrigas del consejo de regentes, mientras el piloto inglés John Blackthorne (Cosmo Jarvis) aportaba conocimientos estratégicos que cambiaban el rumbo de la historia. La producción destacó por su rigor histórico, su espectacular diseño de vestuario y escenarios, y por un reparto que supo transmitir la complejidad de las relaciones entre Oriente y Occidente. 


El paso de la primera temporada por las galas de premios fue arrollador. Se convirtió en la serie más vista en la historia de FX y conquistó los Premios Emmy de 2024, con un total de 18 galardones, incluyendo Mejor Serie Dramática. Pero la cosa no acabó ahí, en los Globos de Oro 2025, terminó ganando en todas las categorías en las que estaba nominada: Mejor Serie de TV Drama, Mejor Actor (Hiroyuki Sanada), Mejor Actriz (Anna Sawai) y Mejor Actor Secundario (Tadanobu Asano)


El anuncio de la segunda temporada ha generado gran expectación. FX Entertainment confirmó que el rodaje arrancará en enero de 2026 y que la trama se situará una década después de los sucesos iniciales. Esto abre la puerta a un nuevo contexto histórico, en el que Lord Toranaga ya consolidado como shōgun deberá enfrentarse a nuevos enemigos y alianzas, mientras el legado de Blackthorne y la influencia extranjera siguen marcando el destino del Japón feudal. 


La pregunta es si la serie logrará mantener el tono épico y la profundidad política que caracterizó su primera entrega, pero con un enfoque renovado que muestre cómo han evolucionado los personajes y las tensiones sociales tras diez años de cambios.



Entre los detalles confirmados, se sabe que Hiroyuki Sanada volverá a encarnar a Toranaga, mientras que Cosmo Jarvis también retomará su papel de Blackthorne. Además, se esperan nuevas incorporaciones al reparto que ampliarán la visión del Japón del siglo XVII y sus relaciones con potencias extranjeras. Los productores han señalado que esta segunda temporada no será simplemente una continuación, sino una expansión del universo narrativo, con mayor ambición en la recreación histórica y en la exploración de los dilemas morales y políticos de la época.


No todos los directores de cine logran tener una identidad propia, con una filmografía que puede reconocerse de lejos. El caso de Guillermo del Toro es excepcional. Su notoriedad comenzó a principios de los noventa, con Cronos, que ya le introducía en el mundo del terror y jugaba con el vampirismo, además de iniciar su relación profesional con Ron Perlman, quien se convertiría en su Hellboy, en las dos películas que consolidaron su fama internacional, allá por mediados de la década de los 2000. En España, obviamente, su trabajo más querido y recordado siempre será El laberinto del fauno, que obtuvo 13 nominaciones a los Goya en 2007, llevándose 7 estatuillas a casa. Hablar de la extensa carrera del director y guionista mexicano es hablar de monstruos, todo tipo de formas de terror y fantasía. Su lista de colaboraciones es imposible de encuadrar en pocas palabras, yendo desde participar en el guión de las adaptaciones de El Hobbit, de Peter Jackson, hasta la dirección junto a Hideo Kojima en el videojuego P.T. 


Hay que tener toda su carrera en cuenta porque, de una forma u otra, el Frankenstein del que hoy hablamos es fruto de toda esa trayectoria. Y es que en varias ocasiones ha dejado claro Guillermo del Toro que ha estado preparándose para este momento toda su carrera, así que la pregunta es necesariamente si ha estado a la altura o no. La respuesta corta es sí, la respuesta larga es la que hemos venido a responder. 


No me atrevería a llamar a esta película "adaptación" sin más. El público general hoy día, desgraciadamente, no habrá leído la obra original de Mary Shelley, y eso hace que sea más difícil saber lo que la audiencia espera. Frankenstein es un nombre que pertenece ya a la cultura popular, pero habitualmente esto lleva a que sea tergiversado. No vamos a entrar en la cuestión de que siempre habrá quien piense de antemano que es el nombre de la criatura, y no del científico que le da vida. Que sea algo tan conocido pero a su vez tan mal conocido, es lo que permite que Guillermo del Toro pueda haber tomado una decisión arriesgada: reescribir la obra de Mary Shelley.



Pareciera que del Toro se haya sentado con Byron, Polidori y Shelley en Villa Diodati, en aquel lejano 1816, para alimentarse de su espíritu romántico y proponer su propia visión, personal y cercana que encaja con su carisma como guionista y director. Todos los personajes pasan por una reescritura casi completa, y quedan elementos básicos, además de escenas que antes no se habían usado, quizás precisamente porque nadie había contado esta historia de la forma en que a Guillermo del Toro le interesaba. Estamos ante un drama familiar, humanista y alejado del punto de vista que podría tener Shelley en su época y circunstancia, por lo que tiene todo el sentido del mundo que del Toro no intente hacer lo que ella hizo, sino tomar su espíritu e intentar crear algo más honesto consigo mismo. 


Oscar Isaac es su Víctor, uno que ahora tiene mucho más trasfondo y una historia familiar compleja, que explica por qué es un científico atormentado por la idea de la muerte. Villano involuntario de su propia historia, el Víctor de esta reescritura es víctima de sus traumas y complejos, atado a un narcisismo que le lleva a rozar la locura, un estado mental que Oscar Isaac representa a la perfección, hasta el punto de crear un personaje absolutamente verosímil. Su contraparte, la criatura, interpretada por Jacob Elordi, es el tipo de actuación que deberá ser reconocida en la temporada de premios. Siempre se habla de que el esfuerzo físico que supone una transformación de maquillaje tan completa, llegando a necesitar 12 horas diarias de preparación, suele impulsar las candidaturas; en este caso, eso es lo de menos, el premio está en que Elordi ha sabido trasladar una nueva delicadeza a una criatura que ya habíamos visto en multitud de ocasiones, y pertenece a un imaginario colectivo, pero que nunca habíamos visto así. 


La criatura de Guillermo del Toro es más humana que los propios humanos que la rodean, y es el catalizador de un mensaje de entendimiento y comprensión entre huamanos que a día de hoy es más necesario que nunca. Inspirada en la estatua de San Bartolomé, en Milán, es una criatura a la que vemos en carne viva, como si estuviera desollada, y que produce una sensación que nunca antes había sido transmitida en una obra de Frankenstein. Nadie puede comprender el dolor que debe llevar consigo, en un mundo donde sólo tiene a su padre, y éste representa la violencia de la incomprensión y el maltrato. A veces parece que el mundo es un lugar en llamas donde todo son batallas y discusiones, y esto unido a la desconexión de nuestro lado humano que las nuevas tecnologías están trayendo, consigue que nos hayamos olvidado de algo esencial: comunicarnos.


El personaje de Elizabeth, que no tiene prácticamente nada que ver con la Elizabeth de Mary Shelley, cobra vida gracias a una Mia Goth que no deja de crecer en cada trabajo que hace. También interpreta, y no por casualidad, a la madre de Víctor. Este es un cuento familiar, un melodrama mexicano, que decía Oscar Isaac. Y en ese sentido, toda la película gira en torno al trauma familiar del doctor Frankenstein, que une todas las piezas a través de la muerte de su madre, su relación con su padre, su maltrato hacia la criatura, quien es su hijo, y Elizabeth, quien representa el amor que él una vez tuvo pero no puede volver a él, no en ese estado mental. 




La escena de Frankenstein despertándose tras crear a la criatura, pensando que ha fracaso, para encontrarse con ella a los pies de la cama, es el momento decisivo en el que se decide el destino del doctor. Ese halo de esperanza, como si hubiera podido dar a luz al hijo que curará sus heridas paternales, es el único momento en que parece recobrar la ilusión. Sin embargo, la falta de un entorno comprensivo y que alimente esa ilusión, le hace imposible cambiar su destino. 


Quizás Netflix haya "sobreproducido" unos efectos especiales prácticos que no necesitaban tanto retoque y postproducción, y la cinta se hubiera beneficiado de un estilo más "sucio" y real. A su favor, hay que reconocer que la mayoría del público disfrutará más de ese estilo impecable que rodea a toda la estética de la película, y que sigue al pie de la letra el espíritu romántico, entre la fantasía y lo lúgubre, de Guillermo del Toro. Cargada de simbolismo en su diseño de producción, llegano incluso a homenajear al gran Stanley Kubrick y su inabarcable Barry Lyndon. Es imposible no reconocer que la magnitud de esta película habría sido imposible sin una gran financiación detrás, y pocos o ningún estudio habrían corrido el riesgo con una distribución clásica.


Desde el momento en que se desmarca de la obra original para crear la suya propia, juega en otra liga, y consigue ganarla por goleada. Es una representación de Frankenstein imposible de copiar, que nadie más podría haber hecho, y que aporta al cine actual un mensaje y un valor que vencerá al paso del tiempo


Predator: Badlands ha logrado un estreno histórico en taquilla, con una recaudación de 40 millones de dólares en Estados Unidos y otros 40 millones en el mercado internacional, alcanzando un total de 80 millones en su primer fin de semana. Estas cifras convierten a la película en el mejor debut de toda la saga, superando incluso a Alien vs. Predator (2004), que ostentaba el récord previo con 38 millones de dólares en su estreno.


El regreso del cazador intergaláctico a la gran pantalla ha sido recibido con entusiasmo por los seguidores de la franquicia. Tras varios años en los que Predator se mantuvo en el terreno del streaming, Badlands ha devuelto la saga al cine con un impacto notable. El día de su estreno, la película ya había conseguido 15,6 millones de dólares en el mercado estadounidense, incluyendo las funciones de preestreno, lo que anticipaba un fin de semana de éxito rotundo.


La dirección de Dan Trachtenberg, quien ya revitalizó la franquicia con Prey en 2022, ha sido clave para este resultado. Su apuesta por una narrativa más cercana a los orígenes de la saga, combinada con un enfoque visual moderno y un reparto fresco, ha generado un fuerte interés tanto en críticos como en espectadores. La clasificación PG-13 también ha permitido ampliar el público objetivo, lo que se tradujo en salas llenas en múltiples países.


El éxito de Predator: Badlands se debe a la película en sí, obviamente, pero también al contexto en el que se produce. El mercado cinematográfico venía de un periodo de debilidad en otoño de 2025, con fines de semana de baja asistencia. La llegada de esta nueva entrega ha revitalizado la taquilla, situando a Disney y 20th Century Studios en una posición estratégica para cerrar el año con fuerza.



Además, el presupuesto de la película, estimado en 105 millones de dólares, la convierte en la producción más ambiciosa de la saga. El hecho de que haya recuperado gran parte de esa inversión en apenas unos días es un indicador de su potencial a largo plazo. Analistas de la industria prevén que Badlands pueda superar los 200 millones de dólares globales en las próximas semanas, consolidando a director y franquicia en una posición que pocos años atrás nunca hubiéramos imaginado. 


A sus 37 años, Glen Powell se perfila como la gran promesa del cine de acción en Hollywood, respaldado por figuras legendarias como Arnold Schwarzenegger, Tom Cruise y ahora también Rosamund Pike. Y es que el salto generacional parece estar a la vuelta de la esquina. 


En los últimos años, Glen Powell ha pasado de ser un rostro emergente a consolidarse como uno de los actores más comentados de su generación. Su papel en Top Gun: Maverick lo colocó en el radar internacional, y desde entonces ha sabido capitalizar esa visibilidad con proyectos cada vez más ambiciosos. Ahora, con el estreno del remake de The Running Man, Powell no solo asume un rol icónico, sino que lo hace con la bendición del mismísimo Arnold Schwarzenegger, quien protagonizó la versión original en 1987 y ha elogiado públicamente la nueva interpretación del actor. Ese gesto equivale a un pase de antorcha simbólico dentro del género. 


El apoyo de Tom Cruise ha sido igualmente decisivo. Ambos compartieron pantalla en Top Gun: Maverick, y desde entonces Cruise se ha convertido en una especie de mentor para Powell. No solo lo ha acompañado en estrenos y promocionado su trabajo, sino que incluso le ha dado consejos prácticos sobre cómo abordar escenas de riesgo y acrobacias, un sello distintivo del cine de acción moderno. Que Cruise, considerado el último gran héroe de acción clásico, respalde a Powell, es una señal clara de que Hollywood lo ve como su heredero natural.



A este reconocimiento se suma la reciente declaración de Rosamund Pike, quien afirmó que Powell le recuerda al propio Tom Cruise en sus primeros años. No se trata solo de una comparación estética o de carisma, sino de la capacidad de irradiar energía, disciplina y magnetismo en pantalla, cualidades que definen a las grandes estrellas del género. Pike, una actriz de prestigio, aporta así un aval adicional que refuerza la narrativa de que Powell no es una moda pasajera, sino un talento con proyección a largo plazo.


Todo esto ocurre en un momento en que Hollywood busca nuevas figuras capaces de sostener franquicias y atraer al público global. Con su versatilidad, su físico preparado para la acción y el respaldo de nombres legendarios, Glen Powell parece destinado a ocupar ese lugar. Su trayectoria reciente sugiere que no solo será protagonista de éxitos puntuales, sino que podría convertirse en el rostro de una nueva era del cine de acción.




El tráiler de Michael, el esperado biopic sobre Michael Jackson, ha batido un récord histórico al superar los 116 millones de visualizaciones en sus primeras 24 horas, convirtiéndose en el avance más visto en la historia de Lionsgate. Este fenómeno anticipa un éxito de taquilla comparable, o incluso superior, al de otros grandes biopics musicales recientes.


El adelanto, dirigido por Antoine Fuqua y protagonizado por Jaafar Jackson, sobrino del Rey del Pop, se lanzó el 6 de noviembre de 2025 y en apenas un día acumuló más de 116 millones de reproducciones globales. Este récord no solo refleja la expectación por la película, sino también el magnetismo que sigue ejerciendo Michael Jackson a nivel mundial, más de 15 años después de su fallecimiento.


El género de los biopics musicales ha demostrado ser altamente rentable y culturalmente influyente en los últimos años. Bohemian Rhapsody (2018), sobre Freddie Mercury y Queen, recaudó más de 900 millones de dólares y ganó un Oscar para Rami Malek. Rocketman (2019), centrado en Elton John, obtuvo gran reconocimiento crítico aunque menor impacto comercial. Elvis (2022), de Baz Luhrmann, superó los 280 millones de dólares en taquilla y revitalizó el legado del Rey del Rock. Otros títulos como Whitney Houston: I Wanna Dance with Somebody o Better Man, sobre Robbie Williams, han tenido repercusión más moderada.



En comparación, el biopic de Michael Jackson parte con una ventaja única: su figura es universal, su catálogo musical sigue vigente y su vida está marcada por luces y sombras que generan enorme interés narrativo. El récord de visionados del tráiler sugiere que Michael podría superar incluso a Bohemian Rhapsody en impacto cultural y comercial.


Vince Gilligan, creador de Breaking Bad y Better Call Saul, ha vuelto a la conversación televisiva con su nueva serie Pluribus, estrenada en Apple TV+. En una entrevista con Variety, el guionista sorprendió por la contundencia de sus declaraciones sobre la inteligencia artificial: la calificó como "la máquina de plagio más cara y derrochadora del mundo" y aseguró que la odia profundamente. Esto a colación de incluir en los créditos de su nueva serie que "está hecha por humanos".


Gilligan explicó que, tras más de tres décadas escribiendo para televisión, observa con preocupación cómo la inteligencia artificial se infiltra en la industria del entretenimiento. Para él, esta tecnología amenaza la esencia del arte humano, pues considera que la creatividad no puede reducirse a algoritmos que imitan estilos y narrativas ya existentes. En sus palabras, la IA no crea, sino que recicla, y en ese proceso erosiona la autenticidad que distingue a una obra artística.


La entrevista coincidió con el lanzamiento de Pluribus, un proyecto que marca su regreso tras cerrar el universo de Walter White y Saul Goodman. La serie se sitúa en un mundo donde un misterioso virus ha transformado a la humanidad en una especie de enjambre optimista, dejando a la protagonista, interpretada por Rhea Seehorn, como una de las pocas personas que aún conserva su individualidad. Gilligan reconoció que esta premisa es también una metáfora de sus temores: una sociedad que, cegada por la promesa de la tecnología, renuncia a la complejidad y a la imperfección que hacen valiosa la experiencia humana.


El creador no rehuyó el tono pesimista. Admitió que, aunque suele mostrarse amable en público, en realidad es "un tipo de vaso medio vacío", y esa visión impregna tanto su discurso como la atmósfera de Pluribus. Para él, la inteligencia artificial no es una herramienta neutral, sino un síntoma de un futuro en el que la originalidad corre el riesgo de diluirse en un mar de imitaciones.



Las declaraciones de Gilligan se suman a un debate creciente en Hollywood, donde guionistas, actores y directores han expresado su inquietud por el uso de IA en guiones, doblajes y efectos visuales. Sin embargo, su postura destaca por la franqueza: no busca matices ni equilibrios, sino que lanza una advertencia clara sobre lo que considera una amenaza existencial para la creatividad.