Allá por 2012, Robert Pattinson todavía compaginaba el final de la saga 'Crepúsculo' con trabajos que le forjaran un perfil diferente en la industria, como 'Bel Ami' y 'Cosmopolis'. También fue el año en que tres amigos, Daniel Katz, David Fenkel y John Hodges fundaron una compañía de producción y distribución cinematográfica: A24.
No se trata de personas conocidas ni con un bagaje significativo en el campo de negocios en el que se estaban involucrando. Y aunque habar de varios millones de dólares como si fuera poco dinero me genera síntomas de úlcera, no hay que olvidar el contexto que estamos tratando. Introducirse en el negocio del cine de distribución internacional es algo caro. La inmensa mayoría de películas que generan nuestra cultura popular son el fruto de la inversión de trabajo y tiempo, pero también dinero, en grandes cantidades.
Aquí es donde habría que hacer una distinción clara en la historia de A24. En sus inicios se dedicaban únicamente a la distribución, cogiendo cintas hechas que simplemente necesitaban alguien que las llevara a los cines. Sus primeras incursiones no fueron muy fructíferas, 'A Glimpse Inside the Mind of Charles Swan III' y 'Ginger & Rosa' no pueden llamarse éxito en sentido alguno, se debatieron entre generar pérdidas o pasar sin pena ni gloria. Mientras tanto, ya le habían echado el ojo a 'Spring Breakers' que si bien había sido mostrada en 2012 en Venecia, consiguió estrenarse en 2013. Con James Franco y Selena Gómez como reclamos principales, fue su primer acierto comercial.
Continuaron las inversiones sin retorno alguno, sin embargo en el plano artístico ya demostraban tener buen ojo, que al fin y al cabo es el primer requisito para tener éxito como distribuidor. Así es como en 2014 distribuyeron a cineastas como Denis Villeneuve, con su 'Enemy', Jonathan Glazer, con 'Under the Skin', o Kevin Smith con su alocada pero brillante 'Tusk', entre otras muchas. Colaboraban con proyectos que podrían haber sido recogidos por compañías mucho más grandes si éstas hubieran querido, y quizá tiene sentido que no quisieran, ya que en el plano económico no fueron inversiones muy destacables, pero dicha insistencia en el talento y la visión personal pronto tendría sus frutos.
Fue en 2015 cuando consiguieron captar la atención de todo el panorama internacional. Redescubrieron la vida de Amy Winehouse con el documental de Asif Kapadia, que venía de alcanzar la fama contando la historia del piloto brasileño de Formula 1 Ayrton Senna. Descubrieron a Robert Eggers, que de otra forma su propuesta de 'La Bruja' bien podría haberse quedado en el oscurantismo de los circuitos menores. Y por si esto fuera poco, impulsaron la carrera de Brie Larson, más conocida en aquel entonces por su faceta musical, que pasó a ganar el Óscar por su papel en 'La habitación' (no hablamos de la habitación de Tommy Wiseau). Influyendo así notablemente en la decisión de Marvel para proponerle convertirse en Capitana Marvel. En apenas cuatro años hicieron que todo tipo de público contemplara su logo, y esta es una parte que no debe menospreciarse: la creación de identidad de marca.
En el cine, los momentos iniciales son cruciales para captar la atención del espectador. Es cuando estamos especialmente receptivos y no en vano en nuestra memoria perduran multitud de escenas iniciales, pero sobre todo las aperturas iniciales, cuando presenciamos el logo y las fanfarrias de Universal, Fox, Columbia, o en este caso de A24. En este momento de sus inicios es cuando empezaron a hacer algo simple pero que conseguiría que cada película se sienta importante, algo que otras compañías se reservan para ocasiones muy concretas. Bajo el paraguas de A24, todas las películas gozan de un logo inicial con su estilismo propio. Este inocuo detalle, bien realizado claro está, dejaba a gran parte del público preguntándose qué era eso de A24. Parte del éxito de esta compañía reside en esta búsqueda de la personalidad propia, y el logo es sólo una muestra superficial de lo que yace más allá de una imagen icónica congelada en el tiempo.
No me gusta usar el término 'independiente' porque a menudo se usa como escudo para defender o halagar obras por el mero hecho de serlo, sin ni siquiera tener en cuenta cómo el significado se diluye entre la complejidad de la realidad. Y es que poco o nada tiene de relevancia dicho término cuando la clave del éxito que estamos tratando reside en la búsqueda de una visión del cine propia, particular, distinguible. De eso se trata, y es algo que parece más fácil de lo que es.
Distribuir es algo completamente diferente a lo que A24 ha terminado por dominar, que es el arte de la producción. A menudo visto como un rol meramente económico, quién lo ejerza y cómo tiene una gran relevancia en cómo los artistas y los diferentes trabajadores tras el telón pueden crear la obra final. Es mucho más que poner dinero sobre la mesa. Al fin y al cabo, estamos hablando de involucrarse en un proyecto creativo cuando aún es sólo un concepto. La primera cinta cuya producción recaía en manos de A24 fue 'Moonlight', en 2016. Con apenas un presupuesto de un millón y medio de dólares, la cinta sigue la vida de Chiron a través de sus diferentes etapas, que tendrá que lidiar con las problemáticas de ser un chico negro homosexual en los barrios bajos de Miami. En la edición de los Oscar de 2017 se alzó con la estatuilla a mejor película, guión adaptado y actor de reparto. A día de hoy podríamos discutir si 'Moonlight' es el largometraje más importante del estudio o no, pero es sin duda la película que lo cambió todo.
A partir de ese momento, A24 ya no era una compañía a la que se la pudiera obviar. Si habían descubierto a Robert Eggers hacía poco tiempo, hicieron lo propio con Ari Aster, quien en dos años consecutivos, 2018 y 2019, estuvo en todas las conversaciones gracias a 'Hereditary' y 'Midsommar'. Para además, a continuación, trabajar de nuevo con Eggers, ahora sí al mando de la producción, en su personal e irrepetible 'El Faro'. Multitud de cintas fueron distribuidas y producidas por A24 en ese cambio de década, siempre aportando la delicadeza suficiente para permitir visiones personales, como en 'El caballero verde', de David Lowery.
Junto al gran cambio que supuso 'Moonlight' en 2016, el otro año que catapultó A24 a una nueva esfera de reconocimiento fue 2022. Involucrándose en la producción y distribución de 'La ballena' contribuyeron al casi infalible currículum de Darren Aronofsky, y a relanzar la carrera de Brendan Fraser, pasando de apenas recibir trabajo a lograr el Oscar a mejor actor protagonista, algo similar a lo que le ocurriría a Ke Huy Quan con la otra cinta importante de aquel año: 'Todo a la vez en todas partes'. Esta última supuso un cambio de paradigma, A24 logró un éxito en taquilla que traspasó los cien millones de recaudación, algo hasta ese momento impensable para ellos. Además, lograron que una película de fantasía, comedia y acción fuera reconocida con el Oscar a mejor película. Hasta siete premios de la academia, incluyendo dirección, guión original, actriz principal y de reparto. Uno de los éxitos más rotundos en la memoria reciente, proveniente de una película totalmente inusual y un estudio aún joven, en su décimo aniversario de vida, concretamente.
Todo esto es consecuencia de un conjunto de decisiones y circunstancias difíciles de repetir. Por un lado está el éxito comercial, que parece acabar llegando en dosis comedidas y naturales; por otro el prestigio de las películas, que depende mucho de acertar con los proyectos a elegir; y finalmente está la capacidad para introducir la marca, A24, en el imaginario social de una industria que ya tiene gigantes consolidados a lo largo del último siglo. Llegados a este punto resulta fácil vaticinar que esto no va a cambiar, y continuaremos viendo sus producciones entre las películas más personales e inolvidables de cada año.
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