Cuando la gente iba a presenciar los prodigios técnicos de los hermanos Lumière, o cuando Chaplin hacía reír e impresiona a multitudes, dudo que alguien alzara el puño en alto a quejarse de que aquello no era cine. Ahora, sin embargo, es fácil encontrarse con diversas corrientes que reniegan del cine como entretenimiento, como virguería técnica, e incluso como simple herramienta de fascinación.
Puedo entender una animadversión personal hacia determinados actores y actrices, o hacia un tipo de cine explícitamente comercial. Pero sigue siendo cine, y sigue pudiendo ser loable. El caso de los hermanos Russo es particular, entiendo, ya que ahora son sinónimo de un síntoma de tedio hacia una Marvel engrandecida y sin el encanto de los primeros vengadores. Actores como Chris Pratt y Millie Bobby Brown causan rechazo a gran parte del público, ya sea por cuestiones personales o porque están hasta en la sopa últimamente. Hablar de "la mayor producción" no atrae, sino disuade, en esta época en la que ya estamos curados en salud ante tales muestras de músculo. Además, por qué no decirlo, no está la vida del común de los mortales para celebrar tanto tal despilfarro. Si a esto sumamos que hablamos de una película lanzada directamente al streaming, hecha por y para Netflix, lo tiene todo para generar animadversión, como dirían los anglosajones, ser víctima del "backlash" social.
Basada en la obra homónima del autor sueco Simon Stålenhag, del que Amazon ya llevó a la pequeña pantalla su 'Tales from the Loop', 'Estado Eléctrico' es una película de ciencia ficción ligera. Protagonizada por las dos estrellas de turno, antes mencionadas, a quienes se suman a Ke Huy Quan que ya trabajó para los Russo en 'Todo a la vez en todas partes', Giancarlo Esposito, Stanley Tucci y las voces de Anthony Mackie o Woody Harrelson, entre otros, tras los diferentes robots que acompañarán al dúo protagonista.

Como decíamos, es ligera porque el drama y la comedia desde un primer momento son comedidos y ayudan a presentar de forma simple una historia original aunque sencilla, que respeta en lo básico la obra en la que se basa. Situada en unos años noventa alternativos, en los cuales los robots cobraron conciencia y terminaron luchando por sus derechos, hasta sucumbir en una gran guerra contra los humanos, quienes finalmente los encerraron en un gran terreno del que no se puede entrar ni salir. La guerra fue ganada por la raza humana gracias a una tecnología que les permite llevar su conciencia a otra parte, ya sea un mundo imaginario al que escapar o una máquina militar en otra parte del mundo. Tras esto, no se permite el mínimo contacto entre humanos y robots.
En ese contexto, Michelle, interpretada por Bobby Brown, es una chica adolescente que ha perdido a su familia durante la guerra, aunque no por motivos relacionados con ella. Aunque perder a sus padres pudiera ser motivo de duelo, la historia se centra en la pérdida de su hermano, con quien tenía una relación muy cercana. Un buen día, recibe la inesperada y en principio no bienvenida visita de un pequeño robot, pero no uno cualquiera. Uno que parece compartir un extraño lazo con el hermano de Michelle.
A partir de ese momento, 'Estado Eléctrico' apenas tiene tiempo de parar a reflexionar o recrear la nostalgia y melancolía que la obra original representa mucho mejor. Lo que intenta la cinta de los Russo es ser un 'blockbuster' clásico, y hasta cierto punto lo consigue. Con un Chris Patt que aparece pronto en escena y no sorprende en absoluto, todo el mundo puede imaginar el estilo de comedia que la película trata de insuflar a medida que los intervalos de acción, drama y aventura se suceden sin pausa pero sin prisa. Los personajes son relativamente simples, tal y como suele ocurrir en todo 'blockbuster', y no por ello cumplen peor su función. De hecho, el dúo principal de actores tiene una gran sinergia que les hace ganar en carisma a medida que intercambian escenas. La trama tiene incluso momentos entrañables, algo que no todo el cine de su género logra. Tanto el elenco como el guión funciona en una misma dirección y cumple su objetivo.
'Estado Eléctrico' no usa la nostalgia de forma emotiva, pero no puedo sino sentir que es exactamente el tipo de película que todo el mundo alquilaría para pasar un buen fin de semana si estuviéramos en los años dorados del videoclub. Entiendo que la decisión de enviarla directamente a streaming tiene un razonamiento similar, aunque resulte chocante no sólo debido a su presupuesto, sino al buen espectáculo visual que supone.
Si algo supone para la industria, es un paso hacia una nueva etapa del 'blockbuster', una en la que se da por hecho que el usuario medio de streaming, o al menos de la plataforma más global, ya dispone de las herramientas para tener una experiencia audiovisual espectacular en su propia casa. No es tanto un intento de "matar" las salas de cine, sino la suposición de que la experiencia de las salas de cine comienza a trasladarse a nuestros hogares.
Me resulta difícil de creer que alguien no encuentre buen entretenimiento en esta película, que no tiene ningún gran defecto y consigue lo que se propone desde el principio. Desde la promoción llevada a cabo por Netflix hasta el tono con que se presenta una vez le damos al "play".
Si buscas una expresión artística que te deje dándole vueltas a la cabeza durante días, creo que 'Estado Eléctrico' es sincera y directa al no querer ni siquiera llamar tu atención. Esto no le tiene que restar mérito, ya que como os decía al principio, el cine no es cine solamente cuando la intencionalidad nos parece artística, encomiable o adaptada a nuestra apetencia. El cine tiene cabida para todos, y más cuando precisamente estamos ante una película que se esfuerza en entretener a la mayor parte del público. Carece de puntos brillantes que la vayan a enmarcar entre las grandes de ámbito, y únicamente Netflix podrá decir si su idea de convertir el 'blockbuster' de antaño en algo moderno para cada hogar le ha salido a cuenta. Lo que sí os puedo decir desde aquí es que podéis disfrutar 'Estado eléctrico' sin miedo, con las expectativas adecuadas.
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